COMIDA TÍPICA DE GUANAJUATO
La población acostumbra las carnitas de cerdo estilo Jalisco (rojas), birria, menudo, chicharrones duros y de lonja, pan de maíz, pambazos, rosquillas, gorditas de horno, gordas de elote, enchiladas, atoles, los encurtidos, frutas en vinagre de piña y manzana, y el mole rojo al estilo muy propio de la región, el cual es reservado para las comidas de fiesta.
El día de Todos los Santos y de Muertos, el fiambre: fruta en vinagre con embutidos de cerdo y desde luego, el postre muy leonés, el guayabate o cajeta de guayaba con camote morado.
Se consumen principalmente los dulces de elaboración familiar, como las frutas cubiertas, las cocadas, las conservas, las jaleas, los buñuelos, el camote cocido y, el arroz con leche. Y, no olvidamos, las "chivitas" o palomitas de maíz con mantequilla. Y, cada vez son mas raros los vendedores, que anuncian con gritos la venta de sus Productos: ¡Raiz!: Camote achicalado en miel de piloncillo, y las "!Jáletinas!" en sus vistosas portaviandas de cristal.
Los panes tradicionales llevan los sugestivos nombres de: elotes, chamucos, novias, pelonas, conchas, amores de granillo, chorreadas, sevillanas, roscas de canela y de vapor, cuernos, bolas y cajas de manteca, calzones, ladrillos, cáscaras, y pellizcos. Y, ¡qué decir de las puchas (rosquillas glaseadas de pan elaborado con carbonato) que tradicionalmente acompañan los helados.
Como ocurre en distintas regiones de la tierra e inclusive dentro de un mismo país, algunos lugares se jactan de expresiones folclóricas variadas, ya se trate de música, vestuario, alimentos, ceremonias religiosas, bailables, etc. México, nuestra patria, es uno de los pocos países que puede sentirse orgulloso de contar con una rica variedad de etnias; cada una con su propia cultura y en consecuencia, con manifestaciones costumbristas que resultan exóticas para los que observamos una región estudiada, aunque resulte muy natural para quienes habitan en el medio de nuestra atención.
Así, durante muchos años debió haber sido muy natural observar en Guanajuato a los mineros caminando con sus zapatos-botas y haciendo mucho estrépito en las madrugadas, camino a la mina y pisando en las losas de las banquetas golpeando fuertemente con los estoperoles; provistos con casco de pasta color guinda e implementos de trabajo, muy apreciados ahora por los coleccionistas de curiosidades.
Otro aspecto apreciado ahora para los guanajuatenses, pero muy natural en tiempos ancestrales, es la labor de la mujer que, acompañando a su marido y muchas veces a sus hijos mayorcitos, realizaba en las afueras de las minas: quebrar la piedra o mena, cargando el argentífero metal para reducirlo en pequeños trozos fáciles de procesar después.